El principal motivo de la guerra siempre ha girado en torno a la expansión y ocupación territorial para la apropiación de sus recursos; desde finales del siglo XIX con la fabricación de los primeros motores de combustión interna a diesel, se daba inicio a la era de los hidrocarburos que abarcaría todo el siglo pasado; pero especialmente, luego de la segunda posguerra (1945), se colocaría al negocio petrolero como principal objetivo de control geoestratégico mundial por parte de la potencia “triunfante” norteamericana, y su industria militar. Sin embargo, esta perspectiva se ha venido “alterando” en las últimas décadas.
El ex vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, predijo en 1995 que “las guerras del próximo siglo serán por el agua”, esta visión pareciera hoy no estar muy alejada de la realidad, si tomamos en cuenta las consecuencias fácticas de la crisis climática que vivimos en la actualidad. Las diversas circunstancias de escasez de agua en el planeta suponen graves amenazas para la paz mundial, ya que tanto el suministro como la renovación del vital líquido en el mundo sufren cada vez más dificultades. De tal manera que, el acceso a este elemento fundamental para la vida se ha venido convirtiendo en una fuente de poder o, por el contrario, en una amenaza de disputa que pudiere generar conflictos graves entre naciones, así como fuertes estallidos sociales, a causa de su privatización como sucediera en Bolivia hacia el año 2003.
Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU): 2.200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura. (OMS/UNICEF 2019); Casi 2.000 millones de personas dependen de centros de atención de la salud que carecen de servicios básicos de agua (OMS/UNICEF 2020); 297.000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable (OMS/UNICEF 2019); 2.000 millones de personas viven en países que sufren escasez de agua (UN 2019); La agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua (FAO).
Ante semejante y dramático escenario global, producto de la crisis climática, se acrecientan las posibilidades de conflictos internacionales con ejes causales en la necesidad e intereses de preservar territorialmente reservorio del vital líquido.
Nuestra República como territorio de paz, garante de los derechos humanos en cuanto al tratado del agua para la población venezolana resulta de ejemplo para un buen porcentaje de países de la arena internacional, ya que el cuidado de los ecosistemas, ríos, y grandes reservorios de agua dulce, así como la forestación y plantación de nuevos bosques, son una rigurosa política de Estado; inserta, además, en el programa de Gobierno Nacional.
Pero, por sobre todo, hay que trabajar en la conciencia de nuestros ciudadanos en su cuidado y consumo, para qué problemáticas ambientales que afectan las cuencas altas tales como deforestaciones, tala, quema, movimientos de tierra, ganadería, construcciones sin criterio técnico, desviación y aprovechamiento ilegal de cursos de agua, incendios forestales (sobre todo esta última problemática que menciono que desde el 2015 hasta nuestros días se han registrado más de 9700 incendios forestales) las podamos revertir, pues el agua es en definitiva, fundamento constituyente para la vida humana y no humana.
En nuestro país contamos con un plan de reforestación inserto en el Plan de Patria 2019-2025, que además de ser el programa de gobierno del sexenio es una Ley, para el año 2022-2023 se tiene como meta la siembra de 10.000.000 de árboles, protegiendo de las 81 cuencas hidrográficas que posee nuestra nación, las 16 principales cuencas vinculadas a 19 estados a 122 municipios que en su punto y circulo albergan a 15.631 consejos comunales, 631 comunas, asociadas al sistema nacional de parques y monumentos naturales con las mayores reservas hídricas y de diversidad biológica del territorio nacional.
Estas 16 cuencas poseen (11) embalses para la generación del 70% de la energía hidroeléctrica, 48 embalses que generan el 60 % de agua para consumo humano, e integran las principales fuentes de agua para el sistema de riego de la actividad agrícola, de tal manera que “Preservaremos la Vida” tal como lo plantea nuestro 5to Objetivo Histórico.
“Si cada uno sembramos un árbol, estaremos sembrando el agua, estaremos sembrando la vida».
Referencias bibliográficas
Brown, Oli. (2008).Migración y Cambio Climático. Ginebra-Zuiza: Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Kruse, Thomas (2005). La Guerra del Agua en Cochabamba, Bolivia: terrenos complejos, convergencias nuevas. Buenos Aires- Argentina: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
García-Chevesich, P., R. Pizarro, C. Lehmann y G. Martínez (Eds.). (2021). Estado actual de la gestión de sedimentos en nueve países de las Américas. United Nations Educational, Scientific, and Cultural Organization. Iniciativa Internacional de Sedimentos. Montevideo, Sede Regional. Documento Técnico N° 44. 130.
ONU-Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). (2017). Resumen anual: Oficina para América Latina. Recuperado de: https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/r esources/201804027-%20PA-%20RESUMEN%20OCHA%202017%20-%20ESP-ilovepdf-compressed.pdf.
Organización de Naciones Unidas, (ONU). (2019). Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos. Recuperado de: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf 0000367304
Organización de Naciones Unidas (ONU). (2022). Agua: Desafíos Globales. Recuperado de: https://www.un.org/es/global-issues/water